Es
muy impresionante cuán complejo es el tema de la identidad.
¿Quiénes somos? ¿Quién soy? ¿Cómo
me defino ? ¿Cómo lo sé?
Nombre,
edad, de dónde vengo, mi trabajo. Para algunos, podría incluso
incluir qué auto tengo o qué zapatos me pongo.
Pero
cualquier descripción suele quedarse corta al intentar definir la
identidad. La identidad es más bien como un espacio, una geometría.
En este sentido, no sólo nos define por el espacio que ocupamos,
sino también por los límites de ese espacio y, más aún, la
historia del espacio y sus límites. Es un grupo de sís y nos
(positivos y negativos, femenino y masculino, creación y
castración).
Lo-que-soy no puede ser escrito en un libreto. Sólo se descubre a
través de la exploración de la vida; la exploración de lo que
yo-soy y lo que yo-no-soy. Nos podríamos describir como "soy
inteligente", pero si añadimos "no soy intelectual",
tenemos un entendimiento mucho más profundo, una imagen más clara
de cuál es el espacio que ocupamos.
El
descubrimiento de nosotros mismos implicará la exploración de lo
negativo, el espacio que no ocupamos o que creemos no ocupar. Muchas veces esto ocurre a través de espejos ("vemos"
en los otros lo que "no vemos" en nosotros mismos), pero
también poniendo a prueba nuestros límites. Esta exploración sólo
ocurrirá realmente en los momentos de tomar decisiones y de llevar
las cosas a la acción, los momentos que usamos nuestro poder (ver la
jerarquía de los valores).
La
exploración de lo positivo, lo que somos, sucede a través de los deseos
realizados. A través de nuestras acciones y nuestra transformación
de miedo en poder. Con estos dos elementos construímos un relato y
pintamos una imagen de nosotros mismos.
En
crisis, sin embargo, cuestionamos nuestro propio mapa y nos sentimos
forzados a revisar su historia. Nos encontramos preguntando quiénes
somos en realidad y tratamos de entender si la imagen que teníamos
en nuestra mente es real y de dónde viene.
Una
crisis va a suceder cada vez que nuestros hábitos cambian, por
influencias internas o externas. Cuando los hábitos cambian,
inevitablemente, tendremos que tomar nuevas decisiones y, por lo
tanto, tenemos que volver a poner a prueba nuestros límites y a
re-definir el espacio que ocupamos. En cada crisis, tenemos
que redescubrir nuestro poder.
Las crisis son momentos de redescubrimiento de nuestra propia identidad.
A
nivel colectivo, este proceso se vive de la misma manera . Todos
podemos reconocer que toda crisis económica es seguida casi
inmediatamente por una crisis de identidad (una crisis de identidad
nacional, me refiero). Con la crisis económica de 2002 en Argentina
y en el 2008 en el mundo, casi todos los países entraron en el
ejercicio de revisar quiénes eran (y son, ya que aún no ha
terminado). Tradiciones, banderas y una oleada de sentimiento
nacionalista apareció por todas partes. Pero también las
exploraciones de los "nos": lo-que-no-somos, el rechazo
de la inmigración, el separatismo regional, y la desconfianza de
todo lo extranjero. Cada vez que vemos en la television una
publicidad con una bandera o explotando algún tipo de código
nacional, deberíamos pensar "oh oh, tenemos un problema".
Las
crisis son momentos de cambio, que a su vez disparan nuestros
miedos y podemos sentir la tentación de volver atrás en vez de ir
hacia delante y apegarnos a nuestra vieja visión de la "madre"
patria, y nuestra vieja manera de hacer las cosas, que será - casi
inevitablemente - obsoleta.
La
organización del mundo en naciones, es muy reciente en términos
históricos y evoluciona con rapidez, también. La identidad nacional
(a través de rituales culturales) establece lo familiar, la
confianza y por lo tanto permite la colaboración. Sus fronteras son
las fronteras de nuestros miedos, cuanto más grande sean nuestros
miedos, más las paredes tomarán una forma física. En el interior
me siento seguro, me siento en casa. Todo exterior merece un nivel de
desconfianza .
He
trabajado durante muchos años en muchos países diferentes. Soy una
extranjera. Tuve que aprender muchos idiomas. Pero si me encontraba
con alguien con quien podía hablar en español, inmediatamente
cambiaríamos de idioma como algo muy natural. Más de una vez, sin embargo, he
recibido quejas de mis colegas por esto.
En el
Reino Unido (esta conversación ocurrió en inglés):
- No
entiendo qué es lo que te molesta . Es una conversación privada ,
¿Por qué tenemos que hablar en Inglés - quise investigar.
-
Es que me gusta escuchar tu conversación y no puedo entender lo que
están diciendo, podrías estar hablando mal de mí. - Fue
la respuesta, para mi sorpresa .
En
Italia, una colaga dijo (esta conversación ocurrió en italiano) :
- Si
estás en este país, tenés que hablar en italiano siempre.
y le
pregunté
¿Qué
harías si vivieras en otro país y te encontraras con otro italiano?
De verdad.
-
Hablaría italiano - fue la respuesta obvia, como saben todos los
países que recibieron inmigrantes italianos.
El
auge de UKIP en el Reino Unido, la extrema derecha en Francia, los
movimientos separatistas , etc están expresando (y explotando) estos
temores, formando un falso populismo, llamado populismo de derecha. Los partidos políticos de
la derecha están más cerca del pensamiento masculino y, por lo
tanto, más cerca de lo-que-no-somos, los límites y los "nos",
y son quienes lideran este lado del debate y van capturando votos en
el camino. Mientras la izquierda se aleja de la exploración de la
identidad nacional a partir de lo positivo, ya que lo descartan como
algo absurdo o inferior (por cuestiones históricas y las heridas que
esta exploración abrió durante las dos guerras mundiales que
transformaron imperios en naciones). Pero lo cierto es que la exploración de lo positivo es un
proceso más complejo, más intuitivo que consciente. Sería la
exploración de nuestro deseo. Lo que queremos ser. Pero en mi
opinión , eso es lo que deberían estar haciendo en lugar de tratar
de "copiar y pegar" políticas que no son las suyas.
Aunque
la posición de la mayoría de los periódicos diría lo contrario, y
Francia está "shockeada" por el avance de la extrema
derecha, me atrevo a decir que, en algún nivel, es un
ejercicio sano. En la apertura al mundo, podemos fácilmente
perdernos en la adaptación. Como inmigrante, no encuentro las
políticas de estos partidos particularme positivas. Pero el hecho de
que se están articulando estos temores, inevitablemente contribuirá
a resolverlos mejor. Sería mucho peor - en mi opinión - negar su
existencia, ya que implicaría una desconexión completa de la
población y la clase política. Todos los debates sobre la identidad
nacional valen la pena, aunque sean torpes, y aunque toquen lo
políticamente incorrecto. Es mejor que todas las voces hablen y
todas las tensiones se muestren. Aún cuando muchos intelectuales y
políticos preferirían que no existiera el sentimiento nacional,
existe: se basan en el presunto de que la gente está individualizada
pero simplemente no creo que hayamos resuelto la separación con
nuestra madre / madre patria aún. Son apegos que existen y no pueden
ser disueltos por ensayos teóricos ni por ley sino que son resueltos
por las personas que las sustentan. Cataluña , Escocia , la Unión
Europea, lo que significa ser argentino, alemán, árabe o italiano. Prefiero
que la gente explore estos temas, desde lo negativo y aún más
importante, desde el ángulo faltante: lo positivo.
El
"shock", " terremoto ", como fue descrito - que
Francia o Reino Unido podrían estar pasando por estos días después
de la victoria del UKIP y la extrema derecha en las elecciones
europeas no es tanto debido a que estos países se están dando
cuenta de que tienen tendencias de derecha... es el darse cuenta de
que tienen miedo. "La Francia racional, con miedo? " "El
poderoso Reino Unido, miedo?". Todos tenemos miedo en momentos
de crisis. No es tan sorprendente... no?
AB
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